Nausicaa del Valle del Viento

La primera película del Studio Ghibli, la épica que posibilitó su creación. 

Hace mucho tiempo, cuando la tierra aún creía en los seres vivos, a algunos les dio un espacio lejos de toda maldad, alojó a los mejores de los mejores, para que llegaran a vivir hasta el fin de los tiempos.

Los aos si o aes sidhe son uno de los mitos irlandeses más retratados y de mayor influencia en el ámbito de la literatura de fantasía. En la mitología irlandesa y galesa, que comparten algunas similitudes, existe un espacio y por extensión, unos pueblos que lo habitan. Los sidhe están relacionados etimológicamente con los túmulos, esto vendría a designarlos como la gente de los túmulos.

Cuando se conoce a los aos si hay dos posibilidades, aunque en gran medida depende de la intención que se tenga, pueden ser benéficos o tener un carácter totalmente hostil, estos dos polos se explican en el hecho de que son sumamente territoriales, pues de hecho, como lo mencionan los mitos galeses, el trato que tuvieron cuando arribaron los invasores a sus tierras, fue retirarse a lo profundo de la tierra para que nadie los molestara, precisamente fue parte de su carácter pacífico lo que los llevó a esto, pues prefirieron en su momento aislarse a iniciar una guerra.  

Gran parte de los seres mitológicos irlandeses pertenecen a los sidhe. Esta denominación metonímica es producto de los poetas que empezaron a referirse ya no a los túmulos, si no a quienes los habitaban, pues estos espacios, que en algunos casos eran túmulos funerarios, eran sus residencias, retratados como patios, castillos, palacios o habitaciones de gran belleza. 

En el folclor irlandés y escocés aún se mantiene la creencia de que quien toque una de sus residencias tendrá problemas de algún tipo, así sea sus colinas tumularias, o bien sus fuertes, ring forts o raths, que son construcciones de forma circular e incrustadas en la tierra, erigidas en la antigüedad. 

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Cualquier aspecto relacionado con los sidhe ha tenido gran valor en la vida irlandesa y con quienes esta cultura ha tenido contacto, como por ejemplo sus caminos, que tienen una gran conexión con las líneas ley relacionadas con la magia de la tierra, dado que no podían ser alterados, pues había criterios para caminar por ellos e incluso condujeron las especificaciones de construcción durante gran parte de la historia de Irlanda. Hay narraciones de narraciones sobre cómo el ganado enfermaba, las personas morían o sucedían desgracias a quienes construyeran en medio de un camino de hadas obstruyendo su paso. Fue costumbre durante mucho tiempo incluso alinear la puerta de entrada y salida, para que, en caso de obstruir, se dejaran abiertas al paso de las Aes, evitando así el castigo. 

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Este carácter dual al hablar de las Aes Sidhe, ha hecho que las representaciones en la literatura varíen o contemplen ambos rasgos, el idílico y el terrible. Autores como Arthur Machen, H. P. Lovecraft, Lord Dunsany, o J. R. Tolkien, han variado sus caracterizaciones, los han presentado, desde eternos señores ancestrales, dueños de la sabiduría, hasta los orígenes de la oscuridad en el mundo, poseedores de los secretos arcanos que vuelven locos a los humanos que entran en contacto con ellos. Los aos si, presentan rasgos compartidos con los elfos de la literatura de fantasía y la mitología, o los duendes, pero también con las hadas, cuya romantización a principios del siglo XIX, produjo que se seccionaran sus características o se escondieran por completo.

En principio, uno de los primeros en retratarlos de un modo más cercano a la literatura de fantasía, fue el mismo Lord Dunsany, cuya obra, La Hija del Rey del País de los Elfos, mezcla las características que se le daban tanto a los elfos de la literatura germano-nórdica, como a la gente blanca o los Sidhe de Irlanda, floreciendo como influencia posterior para J. R. Tolkien, quien moduló su propia creación en unos términos similares a los de Dunsany, añadiendo o quitando características según su propio gusto.  

Por otro lado, hubo autores como Arthur Machen, contemporáneo de Dunsany, que en uno de sus cuentos, El Pueblo Blanco, cuyo título ya establece una relación, fue aplaudido por la crítica posterior y elogiado como el mejor cuento de terror jamás escrito y relata cómo una discusión para determinar el origen de bien y del mal, ronda alrededor de un libro verde escrito por una niña que se inicia en la magia, a través del contacto con la naturaleza. Este relato tiene en principio elementos relacionados al oscurantismo, pero todo se enmarca en un ambiente feérico, siendo la contraparte de los cuentos de hadas y seres extraños que rondaban el folclore desde los cuentos de los Hermanos Grimm.  


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En la literatura de fantasía más reciente, autores como Robert Jordan, en su saga La Rueda del Tiempo, ha retratado a las Aes Sidhe, o en el caso de sus libros nótese el símil, Aes Sedai, como una raza íntegramente conformada por mujeres, que viven desde tiempo remotos siendo las controladoras de grandes poderes mágicos. Se dice de estos seres que no envejecen y sus canas habitan su rostro joven sin alterar la percepción de su verdadera edad. El aire que emana de su presencia es el de sabiduría y orgullo propio de una raza antigua, teniendo así, características de las Aes Sidhe originarias o más antiguas.

Otro gran ejemplo es el de la Saga de Geralt de Rivia o Saga del Brujo de Andrzej Sapkowski, en donde los Aen Seidhe, igualmente nótese la similitud, son elfos que habitan el continente y comparten ascendencia con los que decidieron irse a otro mundo. Otro nombre que se les en la obra de Sapkowski es el de la gente de la colina, y son seres de gran belleza, de orejas puntiagudas y emparentados a los elfos de Tolkien. 

En la cultura irlandesa y sus narraciones son los últimos seres en poseer magia, generalmente se les asocia con el color verde, de sus cotas de malla, pues a pesar de tener un carácter pacifico entre ellos, poseen rasgos propios de la cultura guerrera, ya que andan con ellos espadas y armaduras, así como los designados caballos-hada, u otras criaturas que pertenecen también a su raza y con los que los humanos normalmente no interactuaban, pues tanto el oro de los sidhe como sus animales, podrían desaparecer en el momento en que su dueño sidhe se enojara.  

Por otro lado, los sidhe se asocian como en otras culturas indoeuropeas, con los changeling, o niños cambiados, que se supone eran bebés llevados al otro mundo, y se colocaba en su lugar una criatura que vivía por ellos. Esto es retratado ampliamente en narraciones e incluso episodios de series de terror para niños, pues aún forma parte del imaginario fantástico.  

Esta raza especial, llena de magia y asombro, va a seguir cautivando lectores que se acerquen a los confines de la fantasía, pues como ya hemos observado, son tan antiguos como imperecederos, así que la próxima vez que leamos sobre hadas, elfos o duendes, pensemos que tal vez nos están hablando de los mismos, y están ahora, muy lejos de nosotros, habitando sus mágicas moradas.  


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